Disfruta de la noche by Sherrilyn Kenyon

Disfruta de la noche by Sherrilyn Kenyon

autor:Sherrilyn Kenyon [Kenyon, Sherrilyn]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2005-01-01T05:00:00+00:00


9

Tabitha fue en pos de los daimons sin pensar, pero Valerio la detuvo.

—¿Qué haces? —le preguntó, indignada.

—Es una trampa.

—¿Qué? —exclamó con el ceño fruncido.

Se percató de que en el rostro de Val había asomado una expresión muy extraña mientras la sujetaba por el brazo con fuerza.

—¿No lo sientes? Yo lo hago y no tengo poderes.

—No, y si no salimos, van a matar a esas chicas. —Intentó zafarse de su mano, pero él no la soltó.

—Escúchame, Tabitha. Hay algo que no encaja. Los daimons nunca son tan atrevidos y tienen que saber que estoy aquí.

Tenía razón. Era demasiado evidente. Entre semejante multitud, Valerio destacaba como el sol en plena noche.

—¿Qué propones que hagamos? ¿Quieres que dejemos que mueran todas esas chicas inocentes?

—No. Quédate aquí, ya salgo yo.

—Y una mie…

—Tabitha —la interrumpió con una mirada abrasadora en esos ojos negros—. Soy inmortal. Tú no. A menos que tengan un hacha, no pueden hacerme mucho daño. Me hagan lo que me hagan, sobreviviré. Tú no puedes decir lo mismo.

Quería discutir con él, pero sabía que tenía razón. Además, gracias a sus poderes sabía que se estaba comportando con sinceridad. No era el típico numerito de macho con el que demostrar su superioridad.

Estaba preocupado por su seguridad, pero si se preocupaba por ella, no podría luchar con la cabeza despejada.

—Vale —accedió—. Tú sales y yo intento no seguirte.

En el mentón de Val apareció un tic nervioso en ese momento.

—Por mi bien, espero que además de intentarlo, lo logres. —Le soltó el brazo y, en un abrir y cerrar de ojos, desapareció de su vista.

Valerio se abrió paso entre la multitud a fin de alcanzar a los daimons. Se detuvo en la entrada el tiempo justo para pedirle a Ty que retuviera a Tabitha en el interior por su seguridad. No estaba seguro de que pudiera ayudarlo, pero si el portero conseguía retrasarla un poco, tal vez tuviera tiempo suficiente para matar a los daimons antes de que ella saliera y se pusiera en peligro.

Una vez fuera del club, se detuvo, indeciso. La música seguía atronándole los oídos. Pero incluso así presentía a los daimons…

Llegó al extremo de la manzana, giró hacia Royal Street y tomó la dirección que debía de haber seguido el grupo. Se movían muy deprisa, por lo que se estaban internando en la parte más oscura del Barrio Francés.

A no ser que estuviera muy equivocado, cosa poco probable, era un grupo bastante numeroso.

Aminoró el paso al llegar a Saint Louis Street y enfiló la calle. No se había adentrado mucho cuando se topó con una verja entreabierta.

Estaban dentro. Inmóviles y en silencio.

Esperando.

¿Habían matado ya a las humanas?

Sacó una daga y la aferró con fuerza por la empuñadura dejando la hoja pegada a su antebrazo; a continuación, abrió la verja, con mucho cuidado de no hacer ruido, y entró en el patio, que estaba tan oscuro como la boca de un lobo.

Era una noche sin luna y, a diferencia del resto de Nueva Orleans, allí no había farolas encendidas. Recorrió el perímetro del patio, preparado para lo que iba a llegar.



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